Cantan los grillos aún tan entrado
el otoño. Hace un par de semanas que no dejo de escucharlos, en la sala, en el
dormitorio, cuando me despierto de madrugada y voy al baño borracha de sueño, los
escucho. Ellos tal vez no saben que suenan a destiempo entre la bruma nocturna.
Hay algo muy especial en esos cantos tardíos que no logro descifrar, o me da
pereza hacerlo. Y como los grillos muchos también andamos inciertos entre los
cambios estacionales, con ardores inoportunos y humedades intrusas.
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A deshoras, inciertos, desenfocados. Con un insomnio de sucesos que son cambios necesarios en nuestra existencia. Para bien o para mal.
ResponderEliminarSaludos.
A eso que describes le sumo hoy el desconcierto de la hora: no he probado el alcohol, pero parece que le hubiera dado una larga catadura.
ResponderEliminarUn beso cuentero.
Vaya, otoño ya, según dices. Y yo mudando la piel que me proteja de calores y ausencias... Cada vez más desnortados, todos.
ResponderEliminarAbrazos, siempre
Por aquí, durante la tormenta, las hojas soñaban que eran pájaros
ResponderEliminarHaces que se viva la experiencia.
ResponderEliminarEl otoño, que muchos opinan encuentran encantador, tiene como dices, sus desencantos. En mi país estamos en un noviembre de calor y lluvias múltiples, pero se soporta con entusiasmo, saludos.
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