Te despiertas creyendo que has perdido tus mejores gafas de lectura
y piensas en la energía malgastada. Cuántas
veces te has desesperado al suponer que has perdido el pasaporte justo en la
víspera de un viaje, cuántas el dinero, un documento importante, las llaves, y
hablando de ellas cuántas has salido de casa dejando la llave dentro.
Basta ya, hoy no vas a pensar en eso, hoy es tu cumple y te
lo pasarás bien vayas donde vayas, caminarás sobre un suelo de espuma y
sonreirás con cara de felizcumple. Te pondrás un vestido rojo y saldrás a dar
un paseo por el puerto. Has comprado una botella del rioja que te encanta y la
has puesto un rato en la nevera para que al momento de beberla esté en los 18º sugeridos
por los sabios.
Sales a la calle y bajas hasta el muelle, por suerte hay poca
gente. Subes al mirador y te fumas el cigarrito anual mientras esperas que la
luna aparezca detrás de esa nube. Hablas un rato con ella aunque no se deja ver
mucho. Das una vuelta buscando algún rinconcito donde beberte una clara, fin de
semana, todo lleno de grupos y los garitos que te gustan están cerrando porque son
sitios de tapas. Pasas frente al bar donde trabaja Peter y lo ves sonriendo al lado de un camarero.
Hoy entras porque el momento es propicio, además de tu
cumpleaños. Él se muestra encantado de verte y encantador como siempre, le das
dos besos, después de trepar a un zócalo, la barra es alta, tú bajita, te coge
la mano y dice que le encantaría una sesión, lo miras con amor, le dices cuando tú quieras, eso le gusta, te
vuelve a coger la mano, no aceptas beber nada, cortas el clima, le hablas de
bueyes perdidos, él te sigue el tren, antes de irte le coges tú la mano. Sí, parece que hay química, a veces crees percibirlo durante los sesenta minutos que dura la sesión. Bueno, has dejado traslucir que él también te gusta a ti. Ya es algo,
para lo mema que eres en este tipo de situaciones, no le dices que es tu cumple, tampoco que tienes ganas de festejo.
En casa te preparas un montadito de aguacate y queso de cabra, sobre un pan con aceitunas y te sirves una copa del rioja. Trabajas un rato
en el libro que te han encargado, piensas en la luna que no se ha dejado ver casi.
Te tumbas en la cama, Peter y tú, enlazados en el atrapasueños.
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