Como lo hacen en Bután, cada día me tumbo un rato a ensayar
la muerte. Me tiendo sobre el suelo de la terraza con los pies al sol y me
imagino que voy muriendo, entregada a las burbujas de luz que vienen a mi
encuentro, qué placer. Nunca más sufrir por desengaños afectivos, ni visitar al
dentista. Abandono este cuerpo, qué maravilla. No tener que volver a levantarme
cuando no tengo ganas, no volver a cepillarme los dientes muerta de sueño, ni
limpiarme las orejas con bastoncillos, ni depilarme nunca más. No tener que
escuchar los millones de estupideces que dice la gente por no estar en silencio, ni tener que abstenerme de responder para no caer en la nada reinante. No taparme más los oídos ante las voces agudas y estridentes, ni escuchar los ladridos de perros encerrados en hogares neuróticos. Que
no vuelva a picarme la espalda, ni a dolerme la cabeza, ni la barriga. No tener
que hacer compras, ni colas en la caja del supermercado. Auténtica felicidad.
Por otro lado, ya no habrá charlas con los amigos, no más música, poesía, ni más amor terrenal, ni abrazos a los que amo. No habrá más atardeceres en la playa, ni viajes aventureros, ni pisar las hojas en otoño. Aunque estoy segura de que el amor existe en otros planos y galaxias, el amor no tiene cuerpo ni nombres. La música existirá también en otros universos.
Si nadie escapa al destino de sombra, qué mejor que estar listos. Despegarse de todo, deslizarse, flotar. ¿Qué gusto tendrá eso que llaman muerte?
Todos tenemos que estar preparados para cuando llega, imaginar es fácil, pero no hace nada cierto, si supiéramos la que viene, quizas todo sería diferente.
ResponderEliminarUn abrazo, buena reflexión.
Sí, en realidad, si tomáramos esta existencia como lo que es, un pequeño recorrido en el aprendizaje del alma, todo sería diferente, mágico y menos complicado.
ResponderEliminarUn abrazo, Agapxis y gracias por estar!
Antes de empezar, nadie sabe cómo será la película, una vez terminada, todos volvemos a casa con ella en la cabeza. De la vida yo también me llevaré recuerdos como los tuyos. Un día de lluvia, minúscula e intermitente, que me aconteció en los Alpes suizos, sin duda será uno de ellos. Un saludo, Cuentera Personal.
ResponderEliminarUn abrazo, Atman, siempre es un placer leerte. Claro que nos iremos enriquecidos, con ese gran cúmulo de momentos dorados...
EliminarHasta pronto!!