Dos
cuerpos que se agitan siguiendo
el
innato compás de la animalidad
dos
que toman distancia para siempre
dos
que quieren permanecer abrazados
para que los terrores atávicos
no les coman la esencia
dos
que saben que volverán a buscarse
sólo porque la intensidad de la piel
es mayor que la del alma
y el deseo está siempre expuesto a la mirada.
En la testosterona, un impulso irrefrenable; en el alma, números complementarios que se aguardan.
ResponderEliminarLos vínculos de dos, tan primarios, tan complejos, tan eternos.... Un abrazo, Francisco!
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