He abierto las ventanas
el aire está viciado
por la densidad que en él
dejaron las palabras
el territorio del tú has
dicho
es tan absurdo a veces
que una se apresura
a salir de un laberinto
donde ni recuerda haber
entrado
pero ahí está y por eso
más allá de todo
prefiero los silencios
que aunque a veces espesos
no son irreversibles
el arte de elegir es el
destino
y el silencio es la mejor compañía.
Con los
fantasmas que impone el peor insomnio
con sus bagajes
de nombres, lugares y sonidos
Lidiar con el
momento de encontrarnos ahí
en la penumbra
del deseo
Lidiar con tantas
veces
en que nos dijimos
todo
hasta lo que no
fue dicho
Lidiar cuando el
alma se vuelve animal
Lidiar con los
que insisten
en ver en el
lobo a la ancianita
Lidiar con la
marioneta que somos
Y con el mórbido
titiritero.
Si tuviera que escribir una columna
sobre la actualidad mundial
no sabría por dónde empezar
tal vez diciendo que primero
el mundo se volvió autista
y luego psicópata
hasta convertirse en un
zulo
repleto
de simios que se burlan
de cualquier manifiesto
inteligente
donde ser repulsivo es guay
hordas de fantasmas
que andan por la vida lobotomizados
aplaudiendo criminales
y ladrones sin pericia
aniquilando el sentido común
infectando la poca humanidad
que va quedando
la mayoría no ríe
y las sonrisas son híbridas
resuenan cacareos
que se reproducen hasta el infinito
Quisiera partir ya
he visto demasiado y espantoso
pero no hay más que una sala de espera.
Desde los negros agujeros del tiempo
surgen a veces
sensaciones perdidas
momentos increíbles
una joven se estremece
al pisar la arena nocturna
es la playa, la noche
y la promesa implícita
Un niño que crece
jugando con las olas
un poeta dorado que brota
de la nada
una foto robada al amor
juvenil
un cuaderno que nos
devuelve
trocitos de emociones
El temblor de los años
lo ha sofocado todo
solo ha dejado intacta la
poesía.
