Esas botas me encantaban, pero
quitármelas era un martirio, cordones larguísimos que a medida que iba
aflojando de un extremo se ajustaban de otro y más se ceñían, y así hasta la
desesperación, y con todo eso seguía usándolas. La primera vez que nos vimos se
lo conté cuando me dijo que le gustaban mis botas, unas horas más tarde nos
desvestíamos y él me sostenía recostada
en una de sus manos mientras con la otra me quitaba las botas sin tardar
más de medio minuto, repito, con una sola mano. El sexo no fue para tirar
cohetes, de un hombre con ese cuerpazo esperaba otra cosa. Pero aún sigo
adorándolo.
Translate
9 nov 2012
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
pienso en
Los planetas desconocidos, la gente rara que somos. La magia de lo que está siempre al otro lado, de la ventana, de los sueños, de ahora. El...
-
Amo la poesía de tu cuerpo las gotas de sudor en tu garganta el vientre que se eriza la majestuosa serpiente que renace ante el menor ...
-
La felicidad es algo que no recordaba, andar en una vieja bicicleta de paseo, mientras miro el mar. Flotar montada en la bici y las pequeñas...
-
Son muchos, tal vez demasiados los que no acceden ante las súplicas ante el dolor más inmenso ante la tortura del hambre y la tortur...
¿"Te sacó las botas" en la primera ocasión que se vieron? ¡Guauuuu! vaya lo que hace la práctica....
ResponderEliminarSaludos
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarBuenoooooooooo...eso de sentirse liberada de la botas debió de ser placer de diosas.
ResponderEliminarUn saludo cordial
ja ja, en realidad ya me gustaría. Y eso que uso botas sin cordones.
ResponderEliminarUn abrazo a las dos!