Cada noche vivimos una
realidad saturada de efectos especiales. Volamos, levitamos, mantenemos
batallas, participamos en maratones. Hablamos con los muertos, tenemos sexo con
quien jamás hubiéramos pensado, nos aterramos, herimos y nos hieren sin que eso
altere nuestra integridad. Nos desplazamos repentinamente de una selva a una nave
espacial. Lloramos como jamás nos permitiríamos hacerlo. Me apena la gente que no recuerda sus sueños.
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