He abierto las ventanas
el aire está viciado
por la densidad que en él
dejaron las palabras
el territorio del tú has
dicho
es tan absurdo a veces
que una se apresura
a salir de un laberinto
donde ni recuerda haber
entrado
pero ahí está y por eso
más allá de todo
prefiero los silencios
que aunque a veces espesos
no son irreversibles
el arte de elegir es el
destino
y el silencio es la mejor compañía.
Con los
fantasmas que impone el peor insomnio
con sus bagajes
de nombres, lugares y sonidos
Lidiar con el
momento de encontrarnos ahí
en la penumbra
del deseo
Lidiar con tantas
veces
en que nos dijimos
todo
hasta lo que no
fue dicho
Lidiar cuando el
alma se vuelve animal
Lidiar con los
que insisten
en ver en el
lobo a la ancianita
Lidiar con la
marioneta que somos
Y con el mórbido
titiritero.
Si tuviera que escribir una columna
sobre la actualidad mundial
no sabría por dónde empezar
tal vez diciendo que primero
el mundo se volvió autista
y luego psicópata
hasta convertirse en un
zulo
repleto
de simios que se burlan
de cualquier manifiesto
inteligente
donde ser repulsivo es guay
hordas de fantasmas
que andan por la vida lobotomizados
aplaudiendo criminales
y ladrones sin pericia
aniquilando el sentido común
infectando la poca humanidad
que va quedando
la mayoría no ríe
y las sonrisas son híbridas
resuenan cacareos
que se reproducen hasta el infinito
Quisiera partir ya
he visto demasiado y espantoso
pero no hay más que una sala de espera.
Desde los negros agujeros del tiempo
surgen a veces
sensaciones perdidas
momentos increíbles
una joven se estremece
al pisar la arena nocturna
es la playa, la noche
y la promesa implícita
Un niño que crece
jugando con las olas
un poeta dorado que brota
de la nada
una foto robada al amor
juvenil
un cuaderno que nos
devuelve
trocitos de emociones
El temblor de los años
lo ha sofocado todo
solo ha dejado intacta la
poesía.
La felicidad es algo que no recordaba, andar en una vieja bicicleta de paseo, mientras miro el mar. Flotar montada en la bici y las pequeñas olas que rompen con suavidad. Una realidad concluyente, olvidada entre deseos estériles y la búsqueda de un no sé qué inalcanzable. Una bicicleta, mi bolsa de tela colocada en la cesta y el mundo comienza a brillar. Claro, me lleva a pensar que, si cada ser humano encontrara el equivalente feliz en algo tan simple como esto, viviríamos en otro planeta. Me da risa mi estupidez.
He visto a un hombrecito plateado a los pies de mi cama, cuando un extraño zumbido me despertó en medio de la noche y al intentar incorporarme para verlo mejor, quedé paralizada. He visto lenguas de luz desplazándose sobre las dunas una noche de verano. He visto un gato negro andando delante de mí que, al entrar a un túnel sufrió una mutación, lo que salió del túnel ya no era un gato sino una mujer con un ropaje gótico, una especie de monja, revisé a conciencia el túnel para comprobarlo, no había otra salida, ningún sendero alternativo, el gato no estaba y ella no había existido antes en ese camino de ronda, que yo venía atravesando desde un kilómetro atrás. He visto el cable de un teléfono antiguo elevarse y dibujar un círculo en el aire. He visto a alguien que era yo misma montada en una nube a mi lado, mientras una música cósmica sonaba de fondo. Esa otra parte mía me reveló misterios que ya he olvidado.
Tengo los pies pequeños, los brazos fuertes, una mente lúcida y me siento inútil ante tanta demencia. Si usáramos la creatividad para revertir las cosas, seguramente podríamos hacer algo. No queremos enterarnos del poder que aún tenemos. Por lo tanto, no lo tenemos.
Lo que vi y no debí haber visto. Lo que viví y no debí
haber vivido. Lo que hice y no debí haber hecho. Las reacciones que tuve y no
fueron las que tendría que haber tenido. Lo que dije y podría haber omitido.
Mi mente va segregando cuentos, algunos permanecerán inacabados, mi boca expulsa una historia que se repite hasta el infinito en todas las versiones posibles. Me inclino ante toda manifestación de sabiduría. La juventud ha empezado a parecerme una prepotencia
Todo es cuestión de sustancia
la suavidad me impide detenerme
solo permite florecer
la luna es un felino en llamas
atenta a Venus y a la otra
como siempre
atenta a los deseos congelados
algo nos aplasta y ningún escudo
es fuerte
el mundo está en su peor momento
ya no hay lugares fáciles
Cuando el universo decida
vengarse
todos pagaremos
también los mensajeros
no hay anclaje posible
El camino está siempre
flanqueado por los miedos.
