Vivimos un presente partido en varios trozos
alimentado por emociones de segunda mano
por ecos de palabras en desorden
por la falta de tono
Pero no nos engañemos
hay un punto de embeleso en la desdicha
un corrupto disfrute al retratarnos
envueltos en el lodo de la angustia
Sufres, luego vives.
En las zapatillas del caminante
en la cubierta de los libros que ya no se leen
sobre tantas historias olvidadas
en el fondo de la maleta abandonada
en los zócalos de las ventanas
venenoso o inocuo
cayendo de los árboles en primavera
en el ruido lacerante de la perforadora
crujiendo con la música del otoño
aspirado con intención y sin ella
en los huecos que vamos dejando
en las cenizas que se esparcen entre lágrimas
en la danza del rayo de luz matinal
polvo
que nos transforma en los que somos
Muy pronto nos hermanan las grietas comunes
las aristas filosas de un lugar prohibido
los ángulos torcidos del mundo
el saber que lo hemos hecho todo mal
los detalles finos e inútiles
el abusar de los puntos débiles
propios y ajenos.
David Wallace escribió un libro sobre entrevistas breves con hombres repulsivos. Para mi memoria fue un disparador y me puse a hacer un listado de toda la gente repulsiva que conocí. Sin embargo, no dejaba de ser algo vago, lo que a mí me repelía en alguien, seguro que a otro no le movía un pelo. Comencé a divagar recordando gente, asociando hechos y caí en la cuenta de que los encuentros que más me habían afectado habían sido con psicópatas. No tengo la menor duda de que el mundo está lleno de ellos. Lo más probable es que cada uno de nosotros se haya cruzado con más de un caso a lo largo de la vida.
Y esto no es cuestión de género, tema oportunista que además de traerme sin cuidado, me aburre. He conocido a tantas como a tantos psicópatas. Recuerdo especialmente a una.
Continuará…
En el ensueño viajo con frecuencia
a un sitio extraño, al que
llego
después de atravesar un
letal resplandor
impregnado con los vapores del
anhelo
entro en la guarida de los
instintos
me hundo en un confuso océano de salados muslos
pero al fin lo atravieso
vuelvo a crearme y me amamanto
descubro que huir es lo
único legítimo
La vigilia es lo otro
es congelarse en una espera
sin fin.
Todo pasado es denso
cargado de emociones
con formas de recuerdos
la memoria insiste
en relatar mil veces
aquello que no nos hace
falta recordar
extendiéndose en las horas
más oscuras
prefiero deambular entre sueños desteñidos
pararme en las
esquinas
de corazones ajenos
dejar caer mis deseos
en periferias neutras
antes que perderme
en
abstractos inventarios.
Dos
cuerpos que se agitan siguiendo
el
innato compás de la animalidad
dos
que toman distancia para siempre
dos
que quieren permanecer abrazados
para que los terrores atávicos
no les coman la esencia
dos
que saben que volverán a buscarse
sólo porque la intensidad de la piel
es mayor que la del alma
y el deseo está siempre expuesto a la mirada.
Mendrugos de amor
deglutidos entre sorbos de lluvia helada
una porción de silencio aderezada
con la tempura crujiente de la avidez.
El equilibrio entre
el sexo y la poesía
la ternura y el sarcasmo
la caricia y el alimento
la necesidad y el anhelo
la frescura y el viento
la sabiduría y el deseo
la creatividad y la magia
la imagen y la presencia.
Tengo cierto talento para entablar relaciones importantes en los aviones, teleféricos y todo lo que implique altura. Los aeropuertos son el portal hacia lo desconocido y mágico, hacia lo inesperado, todo aquello que promete ser maravilloso. Alguna vez también me ha pasado en un ascensor. En el aire, me he encontrado contando la historia de mi vida con una naturalidad y soltura que nunca he manifestado en tierra firme, es probable que esto le ocurra a la gente cuando toma distancia de su mundo cotidiano. Tal vez eso incita a dejar el personaje oficial y adoptar otro. Otro, que algunas veces se parece más nuestra esencia y otras se aleja tanto de ella, que una se escucha sin atreverse a interrumpir, aunque no reconozca la propia voz.
Siempre hay vasos
en los que uno
se ahoga
el profundo de
la nostalgia
el tempestuoso
de la impotencia
y el vaso vacío
de lo que pudo
haber sido
pero no pudo
ser
porque no fue.
El caos responde
a un orden
que no llegamos
a entender.
No existe un plan de vuelo
la gente sólo ve
lo que asoma de nosotros por los huecos
las pasiones han mutado
en rutinas tediosas
sin embargo, la luna manda
y Algol parpadea como lo que es
una estrella endemoniada.
Los simios nunca serán felices y aunque nos pese, seguimos siendo simios, aunque nuestro cerebro sea mayor, la especie animal con que más afinidad tenemos es la del chimpancé. Y en esa especie ni siquiera el macho alfa es feliz. Aún basamos nuestra existencia en el instinto de recolectar comida.
Vivimos en un mundo poblado por adictos a las penurias, que sólo evolucionan frente al abismo.
Nunca
pierdo la oportunidad de perderme algo. Ni de abrumarme, lo mío es la
bruma. No recuerdo cuando perdí mi corazón de niña. Tampoco
he buscado a un dios. Para encontrar amenazas, me basta con la vida.
A veces comprendo la vida
y lo que hay más allá de las
estrellas
comprendo que somos
un legado de barro primordial
que modelamos con mansedumbre
almas que se estrellan
contra otras más duras.
A pesar de que cada paso
es un trozo de
apocalipsis
sé que ha vuelto el
tiempo
de los milagros
afuera en la mañana
alguien toma
decisiones
La piel lo recuerda
todo
hasta lo que pudo
haber sido
me deja abrazar
los sueños irreverentes
y me olvido que siempre
estoy a unos pocos milímetros
El vacío no existe
está lleno de nada
de oscuridad o luz
de silencios
el alma misma
anodina y abstracta
no es más que una seguidilla de paisajes
está llena de ilusiones
de intenciones fantasiosas
La luna está en su casa
las emociones aúllan
y los lobos descansan.
No importa cuánto una se aleje, el alma se queda muchas veces en algunos sitios. Aun en aquellos que son en apariencia intrascendentes, aunque este no sea el caso.
Fue un dos de febrero cuando nevó en Río de Janeiro. En medio de un verano lluvioso, cayó una nevada rotunda sobre Copacabana. La playa invitaba, como siempre a caminar, siete personas deambulaban descalzas sobre la arena. Perplejas miraron caer los copos blancos, primero sobre sobre las rosas dispersas en la costa, después sobre la desnudez de sus piernas. Los veía desde la ventana del décimo piso, mientras la música y el vino penetraban mis vísceras. El calendario gritaba que era verano, pero un verano que podría contener todas las estaciones de todos los planetas, nevaba también sobre las cuerdas del chelo. Él dormitaba en el sofá, vagando en la espesura del amor y el alcohol. Sobre la mesa, el portátil encendido, un poema y una copa a medio acabar.
Río es una de las ciudades que a veces te atrapan y no te dejan ir nunca más.También una ciudad que alguien elige para enamorarse o para retirarse en la vejez y ocupar las tardes vacías en rastrillar la playa con un detector de metales.
Loca y desnuda
noche de estío escribió Whitman
Loca y nevada noche
de estío…en Río.
Hay noches que llaman a los fantasmas
que invitan a bajar por las tuberías
Hay amores llenos de incomodidades
y con frecuencia hay dos
que insisten en acomodarse a lo que sea
hay muchos que conocen la sensación
de la cabeza a punto de estallar
otros que aprenden a hablar con subtítulos
hay incomodidades de las que no se vuelve
existen planetas brumosos
metidos en una misma esfera.
Se dice que el clan es nuestro límite. Aunque si partimos de la hipótesis de que el ser humano es ilimitado, entonces nuestros límites no existirían. Aun suponiendo que sea el clan nuestro límite, tal vez somos un cúmulo de sueños sin realizar soñados por todos nuestros antepasados. Pero de qué límites hablaríamos? Mentales, emocionales, energéticos?
