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30 ago 2017

cuento chino

El compañero de piso de Rosita es un tío raro. Hace más de un año que están conviviendo, al principio no paraba de trabajar, había cogido la franquicia de una tienda de mayoreo y sus horarios se extendían tanto, que casi no paraba en casa. Un día le contó que estaba enrollándose con una mujer china, estaba encantado por ella, no hacían grandes cosas, ella está casada, sólo dar vueltas en el coche. Ella comenzó a alimentarlo, a llevarle comida hecha en casa, la misma que cocina para su marido y su hijo. Después de algunos meses decidió acompañarla a China, hizo coincidir sus vacaciones con el viaje de ella  y pasaron tres semanas juntos en el país asiático.
Según Rosita, las expectativas de la china en cuanto a los encuentros amatorios, estarían puestas en ese viaje, pero su compañero no pudo consumar nada a  lo largo de las tres semanas. No hubo unión, los nervios le traicionaron, tengo entendido que a veces les pasa a algunos hombres cuando se enamoran.
Al regresar se encerró en casa, no volvió al trabajo, sólo sale para comprar grandes cantidades de comida.

final feliz

Hace mucho que no paro por aquí. El tiempo… ese que algunas veces nos lleva de la mano y otras nos empuja o nos aplasta.  Hablando de aplastar, hoy ha sido un día intenso, alguien casi me  ha aplastado en la carretera,  por lo cual he decidido ir por el arcén con mi pequeña moto, entonces he estado a punto de atropellar a una madre con su niño en el carrito. Es la segunda vez que la cruzo, empujando el carrito bajo una luz dudosa por el arcén de una carretera concurrida. Quiere morir, no quiero ser su socia.
Paré en la farmacia, tenía migraña, después de comprar me he estrellado contra un muro de piedra, la scooter se aceleró, como si tuviera vida propia. Al llegar a casa, se me rompieron dos copas, nomás entrar. El chamán diría que son ataques psíquicos, cosas que nos pasan a los brujos. Luego bajé a nadar, y lo hice con placentera parsimonia.
Al caer la noche, Peter y yo nos hemos encontrado después de un año,  nos besamos en el bosque detrás de casa. Aún puedo ver los besos flotando entre los pinos.


utópica

Sueño con un mundo minúsculo, donde no quepa nada más que la vida cotidiana de unos pocos, compuesto de un solo pueblo, con el parque y la p...