Son muchos, tal vez demasiados
los
que no acceden ante las súplicas
ante
el dolor más inmenso
ante
la tortura del hambre
y la
tortura por torturar nomás
la
culpa es siempre de los que nada tienen
de
los que resisten
con
la calma resignada de la pobreza
con
la entereza impuesta desde la cuna
con
la reserva como herencia única
resisten,
sin esperanza alguna.
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