Translate

7 nov 2020

puertas

 

Hoy no puedo abrir nada, el ordenador va muy lento y no me deja leer los mensajes. La puerta del baño se ha cerrado sola con un golpe de viento y está trabada, como si alguien la hubiera cerrado por dentro con llave. Hay  otra entrada, es por la habitación de mi compañero de piso, que hace meses que no viene por casa. Para pasar por esa leonera, lo hago tapándome la nariz. Después de sortear olores, bacterias y alimañas, entro en el baño para descubrir que no hay agua, del grifo surge un ronquido ahogado, pero no sale nada líquido, empiezo a sudar. Salgo a la calle con la esperanza de encontrar a alguien, un vecino o un operario que me de alguna información, no veo a nadie. Sólo las hojas que se elevan del suelo gracias una sorpresiva racha de viento, que además cierra la puerta de la casa con un estruendo aterrador. Se ha cerrado la puerta y yo no tengo la llave, me doy cuenta de que estoy hiperventilando. No hay agua, no tengo llave, ni la posibilidad de entrar por alguna ventana, una gota de sudor me cae sobre la camiseta, comienzo a aporrear la puerta sin ningún resultado, por supuesto. Busco en el bolsillo del pantalón, hay una tarjeta de visita, intento abrir la puerta con su ayuda, el cartón se va destruyendo al meterla y hacer palanca. Subo al muro que lleva al tejado del garaje, llego gateando sobre el tejado hasta un hueco entre las casas donde, con la ayuda de una escalera, podría alcanzar la ventana del baño. No hay escalera, debo saltar hasta el hueco, no caigo con elegancia, mi rodilla se chafa contra el suelo, trepo hasta alcanzar la ventana y me hago daño en la mano derecha. Entro, por fin.

Me siento a escribir y veo bajar un coche por la calle que está al otro lado del bosquecillo. Siempre supe que viviría en una casa encima de una colina y mientras escribiera, vería bajar un coche por la calle de enfrente. Un trozo de calle entre los pinos, con casas blancas y muretes de piedra.

Después de una semana, la puerta sigue sin abrirse, lo ha intentado Álvaro, un amigo  que pasó por aquí, pero nada, tampoco es que sea muy manitas.

Hay algo que va cerrándolo todo, el bote de estevia, que dejaba caer las pastillas a la taza, se ha trabado, está lleno de pastillas que no puedo usar, he hurgado en la abertura con un cuchillo, pero sin éxito. 

Me he encontrado con Lena para comer en el puerto, pero nada más sentarnos, alguien le llamó para decirle que al coche de sus músicos se le había trabado la puerta y no podían sacar los instrumentos para montar en la sala donde tendrían que tocar un par de horas más tarde. Me dejó allí plantada con la carta en la mano y se fue pitando.

Una semana más tarde

Me encuentro con Lena otra vez y me dice que aquello de la puerta del coche lo resolvieron con un cerrajero, pero ahora en su casa se atascó la puerta de la habitación y tiene que entrar por la ventana. Como yo, prefiere aguantarse y esperar, un abre puertas de urgencia escapa a nuestros magros presupuestos.

Dicen los esotéricos sufís que el hombre alcanza la verdad atravesando cuatro puertas, yo ni siquiera puedo atravesar la del baño de mi casa y Lena entra a su habitación por la ventana.

 

 

 

2 comentarios:

  1. En mi caso, es tan escasa la luz en tu texto y el contraste tan oscuro y escaso, que he tenido que hacer un gran esfuerzo para leerlo y enterarme de tus peripecias. Cuando la adversidad hace aparición, mejor encomendarse.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Ohhh, sí cuando todo se desenfoca, hasta el texto pierde claridad!!! Un abrazo!! A ver si hoy hay más sincronía...

    ResponderEliminar

atavismo

Quién piensa en el amor si nos venden las guerras entre banderas entre sexos entre colores quién piensa en el abrazo tembloroso ...